Ninguno
Los desafíos de las mujeres en las ciencias
10 de marzo de 2019
Las niñas pierden confianza en las ciencias básicas no solo porque son subestimadas por sus docentes desde inicios de la etapa escolar, sino también por los prejuicios que existen en sus hogares. 
Ana Luna Adán, doctora en Física e Yboon García Ramos, doctora en Matemática; docentes e investigadoras de la Universidad del Pacífico. 

Desde tiempos inmemoriales, la ignorancia y el antagonismo entre la ciencia y la religión han causado la muerte de mujeres con conocimientos de matemática, física, filosofía y astronomía. Basta recordar, en este sentido, el caso de la académica griega Hipatia de Alejandría, conocida como la “primera” matemática de la historia, quien fue considerada hereje y asesinada en el año 415 d.C. 

La historia y la educación nos han ayudado a evolucionar. Sin embargo, los obstáculos continúan y la brecha de género en la ciencia persiste y se incrementa aún más, conforme avanza la carrera científica. Las causas pueden ser históricas, culturales, sociales, salariales, pero investigaciones en los últimos años hallaron un factor primordial: el déficit de confianza de las niñas frente a las carreras STEM (acrónimo de los términos en inglés: Science, Technology, Engineering y Mathematics). Su interés decae a una edad muy temprana, y en el nivel secundario se acentúa notoriamente, muchas veces por la diferenciación que hacen los educadores de matemáticas (tanto hombres como mujeres) frente a niños y niñas. A los niños se les pone retos más difíciles o se les permite participar más, mientras se asume que las niñas son malas con los números [1,2]

Social y culturalmente debemos luchar contra los obstáculos que se les presentan a las niñas. En referencia a los estudios mencionados, es necesario contar con profesores competentes, empáticos y motivados que no subestimen a las niñas sino que, por el contrario, las impulsen a seguir profesiones STEM. En el hogar, no se debería fomentar la compra de juguetes sesgados por diferenciación de género, dejando que nuestros niños y niñas aprendan a jugar en grupos mixtos. Desde luego, algo similar debería ocurrir con la asignación de tareas domésticas que usualmente recaen en las niñas. 

Al mismo tiempo, conocer el impacto del conocimiento tecnológico en nuestra vida cotidiana es fundamental y, ser conscientes de que las ciencias básicas forman los cimientos de estas es primordial para valorizarlas, y es justamente, en estas áreas, donde existe una mayor cantidad de vacantes por cubrir. Solo por citar un ejemplo, en la carrera de Matemáticas de la UNI, en los últimos diez años, el porcentaje de mujeres que ingresaron fue menor al 8%, y esto incluye dos ciclos consecutivos en los cuales no ingresó ninguna. 

Si mencionamos a Einstein y Nash, es probable que la mayoría sepa quiénes eran, pero si nos referimos a Donna Strickland o Maryam Mirzakhani ¿cuántos saben quiénes son? Esto refleja el problema de la invisibilidad de las mujeres en las ciencias. Los modelos femeninos contribuyen a aumentar el interés de las niñas y adolescentes por estas carreras y, en general, propician que la sociedad esté más informada de nuestra existencia y, por lo tanto, contribuye a la desaparición de estereotipos de género. 

Otro desafío que enfrentamos es involucrar a nuestros colegas varones en estas iniciativas. Los problemas que afrontamos como científicas no los resolveremos solas, y dado que ellos son potencialmente abuelos, padres, tíos, docentes, etc., deberían involucrarse en nuestra causa. Es usual que en reuniones que tratan este tópico, la presencia masculina sea mínima o nula, y esto es algo que debería cambiar. 

En los últimos años, se han creado varios programas de mentores para animar en forma activa a las niñas, motivándolas y atrayéndolas a disciplinas relacionadas con la ciencia y la tecnología, de modo de fomentar la confianza en la igualdad [3-4-5]. Los resultados han sido exitosos por lo que se debería seguir en esa línea. 

Pero, sin duda, el gran desafío e incluso el miedo que lleva a cuestas la mujer que afronta la maternidad es cómo balancearla con su profesión, cómo afectará su productividad científica al tener la responsabilidad de la crianza de los hijos. Este dilema es muy común en la comunidad científica, y no es casual que los rangos más altos de la carrera estén cubiertos casi en su totalidad por hombres. 

Hoy en día, no se debería dejar de escoger o abandonar una carrera científica o de cualquier otra profesión por una mera cuestión de género. 

[1] https://doi.org/10.1016/j.tate.2015.04.006 
[2] https://doi.org/10.1162/rest_a_00756 
[3] https://www.enorbita.org/ 
[4] https://www.mactecperu.com/ ​
[5] http://www.witperu.org/ ​

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Ingeniería UP

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