Los estudios de tres investigadores del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico (UP) demuestran que los indicadores de desigualdad económica del Perú son peores que los estimados oficiales. Los docentes María Amparo Cruz Saco Oyague, Germán Alarco y Bruno Seminario expusieron y fundamentaron este hallazgo el 11 de abril del 2019, durante el Conversatorio: ¿Qué ha pasado con la desigualdad en el Perú?, realizado en la sede de la UP, y que se eligió para rendir tributo al profesor emérito UP, Jürgen Schuldt. El moderador fue el Jefe del Departamento Académico de Ciencias Sociales y Políticas de UP, Felipe Portocarrero, quien resaltó los trabajos pioneros de UP sobre equidad y desarrollo a cargo de Schuldt, así como de su colega profesor UP, Carlos Amat y León.
Cruz Saco, quien tuvo como docente a Schuldt, al igual que Alarco y Seminario, destacó de su mentor la virtud de conferir a los análisis económicos, contenido histórico, sociológico y humano, es decir, una perspectiva alternativa "y de una manera inspiradora".
Medición incompleta lleva a cifra imprecisaLa desigualdad entre los habitantes de un país se mide en los ingresos, salarios, o cualquier otro indicador para lo cual se suele usar el llamado método de Gini. La economista Cruz Saco afirmó que la ratio de desigualdad en el Perú, establecida por el Instituto Nacional de Estadística (INEI) –repetida por el Banco Mundial (BM)– está subestimada debido a que no cuenta los ingresos de los hogares socio económicos altos y medios-altos, que no facilitan ser censados por el INEI. Cruz Saco dice que esa limitación pasa en muchos países, razón por la cual diversos economistas diseñaron métodos para corregir tal error de medición. Así, Cruz Saco con el propio Seminario y Cynthia Campos, prueban en un estudio que "es incorrecto que la desigualdad en el Perú descendió en el periodo 1997-2015, como sostiene el INEI y el BM".
La investigadora y sus co-autores re-calcularon el coeficiente Gini del ingreso y del gasto en el mismo periodo, obteniendo que la desigualdad en el Perú, no solo es más elevada, sino persistente y con leve tendencia alcista en los años recientes (2009-2015). Así, al dividir la población en grupos, hallaron que los ingresos de los ciudadanos en el segmento menos favorecido (10% más pobre), entre 1997 y 2015 se mantuvo igual, pero las rentas del estrato más rico (1%) subieron en 20% (concentrando la tercera parte del ingreso nacional).
Más desiguales que en la época del virreinato
El profesor Seminario, por su lado, consideró necesario encontrar las raíces de la desigualdad en el Perú y estudió su tendencia entre 1795 y 2015. Mediante su investigación, Seminario identificó que la desigualdad en el Perú empeoró en la era republicana, es decir, el país actual es más desigual –11 puntos porcentuales– que a finales de la era colonial.
Además, Seminario descubrió que la desigualdad aumentó en Perú cuando creció su economía, mientras que aquella disminuyó en la situación contraria. En paralelo, halló que el grupo de mayores ingresos suele tener ingresos entre 3 y 4 veces el promedio nacional, es decir, niveles de vida y consumo similares al de Europa mediterránea. "Esta economía peruana no inclusiva, ha sido constante durante la era republicana", concluyó.
Sectores privilegiados y políticas públicas para reducir la desigualdad
El investigador Alarco integró información de diferentes fuentes sobre concentración de la riqueza en el Perú (incluyendo en depósitos bancarios), la distribución factorial del ingreso entre sueldos y ganancias; y la personal, de modo que también realizó nuevas re-estimaciones de desigualdad. Alarco señaló que entre las razones de la desigualdad está la estructura productiva de nuestro país, principalmente extractiva, –minería, hidrocarburos, energía–, que no es intensiva en creación de empleos, y cuyas ganancias, además, se suelen remesar al exterior.
En opinión de Alarco, "es necesario un nuevo consenso económico social entre el Estado, el sector empresarial y los trabajadores para que mejore la distribución del ingreso". Conseguido ello, recomienda que el Estado use dos herramientas: el gasto público y la política tributaria. Así, sugiere integrar a las regiones más alejadas a los mercados de consumo. Y por la tributación, propone gravar más a los sectores con mayores ingresos, mediante, por ejemplo, eliminar la devolución de IGV para productos tradicionales, es decir, materias primas como los minerales.