En Perú, el sistema de salud no ha dejado de recibir los embates producto de una deficiente administración y un largo periodo de inestabilidad política. La pandemia del 2020, con una impactante cifra de 220 mil fallecidos, dejó al descubierto las falencias de un sistema que no ha recibido la atención adecuada por parte del Estado durante años. Liderazgo en sanidad y seguridad sanitaria, fomento del desarrollo tecnológico y acceso a la salud sin importar las barreras geográficas son algunos de los retos que este sector tiene pendientes por resolver. Sin embargo, ¿cuál debe abordar primero el gobierno?
Para Rafael Cortez, profesor de la Facultad de economía y Finanzas e investigador del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico, la ineficiencia en la ejecución del presupuesto público es uno de los principales retos que enfrenta el sector salud en nuestro país. Según cifras oficiales, en el 2022, el Ministerio de Salud ejecutó el 35% del presupuesto de inversión en obra física asignado a esta cartera. A nivel regional, en 2020 y 2021, se ejecutaron sólo el 62% y 51% del presupuesto para el mejoramiento en infraestructura en salud, respectivamente. Esto, mientras el 97% de sus hospitales se encontraban en condiciones inadecuadas.
A lo ya mencionado, se suma la necesidad de administrar eficientemente los recursos. “Es necesario asignar los recursos financieros y, por tanto, humanos y físicos en los distritos más pobres y con peores resultados sanitarios. Asimismo, estos recursos deben asignarse con mayor énfasis en la atención primaria, la cual debería tener, como mínimo, el 50% de los recursos totales del sistema de salud”, afirma Cortez.
Para el especialista, una de las estrategias de fortalecimiento de la eficiencia y sostenibilidad del sistema de salud está en aplicar el DS 010-2016, el cual da las pautas para que EsSalud y el Minsa lleven a cabo una separación de sus roles de financiamiento y provisión de servicios de salud. “Esto significa que EsSalud se divida en dos entidades con cuentas separadas. Una que sea de aseguramiento y financiamiento (EsSalud-IAFAS), y otra Institución Prestadora de Servicios de Salud (IPRESS), la cual se podría organizar en redes regionales como productoras de servicios de salud en competencia regulada con otros prestadores públicos y privados en acceder a todas las fuentes de financiamiento público y privadas. Esto constituirá la base para establecer un sistema de salud regulado por el Minsa como ente rector y con Susalud como la entidad reguladora y supervisora de las actividades de las IAFAS e IPRESS tanto públicas y privadas”, afirma.
Según explica Cortez, estos cambios asegurarían una mejora de la gestión de los recursos, lo cual es clave si se busca enfrentar el reto de mayor movilización de recursos financieros al gasto público en salud. Además, esto podría darse gracias al crecimiento económico y aumento de ingresos crecientes del Estado. “La meta debería ser incrementar el gasto público en salud de un 3.5% a un 5% hacia el 2030 y lograr, por lo menos, que el gasto en salud total como proporción del PBI aumente al 8% (de un 6% actual)”, menciona.
Entre la inseguridad alimentaria y el dengue
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), las dietas insalubres y la falta de actividad física están entre los principales factores de riesgo para la salud. Por ello, una oferta alimentaria variada y accesible cumple un rol crucial para la salud pública. Sin embargo, 18 de 25 regiones de nuestro país están clasificadas como vulnerables al hambre (Global Hunger Index). Actualmente, la inflación de alimentos en el Perú es de las más altas de la región. En abril alcanzó 14.5%, por encima de la inflación general (7.97%), sin tendencia a la baja (Fuente: BM), según menciona Angie Higuchi, profesora e investigadora de la Universidad del Pacífico.
Para la investigadora, no atender la seguridad alimentaria tiene un efecto directo en el sector salud, pues evitará que las personas más vulnerables accedan a una mejor alimentación. “La relación es simple: a menos producción, menos producto en el mercado. Y al tener menos oferta, los precios siguen en aumento. Los más vulnerables son los que están sufriendo más, ya que, al tener menos ingresos, destinan más de este a comprar alimentos. Sin comer alimentos que contengan todas las vitaminas y nutrientes necesarios, reduciendo porciones o saltándose las comidas (de tres a dos o hasta una comida al día) enfermedades como la anemia en los niños va a ser un factor que acarree problemas en el mediano y largo plazo, pues, por un lado, generará que los hospitales desborden, y por otro, afectará a la población económicamente activa del país”, afirmó.
Por otro lado, en medio del hambre e inseguridad alimentaria severas, el dengue termina de sentenciar el precario sistema de salud con más 140,000 casos y 232 muertos. Para Higuchi, resulta inverosímil que hasta el momento no exista una cuantificación de las pérdidas que el dengue genera. “Según un estudio de Suaya del 2019, realizado en ocho países, se demuestra que el dengue coloca una carga económica pesada en la sociedad, sobre todo en el sistema de salud. Por ejemplo, entre los pacientes hospitalizados, los estudiantes perdieron 5,6 días de escuela y los trabajadores perdieron 9,9 días en promedio por cada episodio de dengue.”
De acuerdo con la investigadora, desarrollar medidas preventivas efectivas devengaría en enormes beneficios no solo en la salud sino en la economía del Perú, sobre todo ante un fenómeno del niño global decretado. Por ello, propone, de forma urgente, la creación de un equipo multidisciplinario con entomólogos que puedan evaluar la dinámica poblacional del zancudo en sus diferentes fases de vida y en sus hábitats naturales. Sostiene que estos especialistas tienen la capacidad de indicar qué medidas se deben tomar para reducir la población de insectos. Tanto recomendando las dosis adecuadas de mezclas de químicos para controlar al zancudo y/o usando la investigación a nivel biológico y tecnológico, entre otros, para acabar con el mosquito.
El papel clave de la gestión pública
En un clima de convulsión social y política como el que está atravesando nuestro país, un manejo eficiente y transparente de los recursos públicos se hace necesario. Aquí, la presencia de un ministro preparado y con liderazgo suficiente, es clave para formular correctamente una agenda priorizada de intervenciones en salud en corto, mediano y largo plazo.
De acuerdo con Alberto Barrenechea Pastor, docente y economista de la salud de la Escuela de Gestión Pública (EGP) de la Universidad del Pacífico, el nuevo ministro de Salud, César Vásquez, debe enfocarse inicialmente en dos temas urgentes: el rebrote del dengue y la preparación de un plan para enfrentar tanto el Niño Global como el Niño Costero. Asimismo, resalta la importancia de enfocarse en identificar alternativas de solución concretas a la falta de seguimiento y monitoreo clínico oportuno a los pacientes con enfermedades crónico-degenerativas, así como transparentar y publicar el proceso logístico, compras y abastecimientos de los recursos médicos estratégicos, como es el caso de medicamentos e insumos, entre otras necesidades.
Para el especialista, hay cuatro ejes que el Ministerio de Salud (MINSA) debe ejecutar con inmediatez para realizar acciones concretas y evidenciar resultados. El primero es la educación en salud a la población, pues se debe informar masivamente sobre la identificación de riesgos y acciones concretas a ejecutar para minimizar los efectos. El segundo, es ampliar la oferta ambulatoria en el primer nivel de atención. “Se necesita acercar una oferta de servicios de salud que sea responsable de atender, como máximo, en el corto plazo a 5,000 ciudadanos, y no como es ahora, que por lo general es responsable de 50,000 ciudadanos. En estas condiciones tenemos una “puerta de entrada al sistema de salud” en la que no se puede hacer una gestión de servicios de salud con eficiencia y calidad.”, comenta.
El tercer eje sería implementar el gobierno digital, pues se requiere con urgencia implementar Telemedicina para realizar consultas en el nivel ambulatorio (primario) para pacientes crónicos que vienen por recetas médicas, esta acción descongestionaría las “largas listas de espera”. Finalmente, el último eje a trabajar sería la implementación del gobierno abierto. Para ello, se requiere utilizar la plataforma logística actual de “llevar productos de todo tipo a casa” y aplicarlo al ámbito de la salud. Los medicamentos de pacientes crónicos deben ser enviados por delivery a las casas de los pacientes, luego de haber pasado por una cita virtual, por ser un paciente “continuador”, al menos para los meses en que no le corresponde ser controlado o revaluado, que por lo general es de 3 a 6 meses.
Para Cortez y Barrenechea, la búsqueda de consensos para actuar y decisión política será un factor decisivo en el fortalecimiento del sector salud. Barrenechea indica que “Las buenas prácticas de gestión del sector público y privado en salud a nivel internacional nos dan un conjunto de alternativas prácticas para ser adaptadas a nuestra realidad, pero no hay voluntad política, porque hace falta mucha capacidad técnica por falta de conocimientos y experiencia”. Esto, solo se logrará con equipos de profesionales de carrera que puedan fortalecer los equipos de gestión a través de una propuesta sostenible y seria, y tomando como ejemplo el buen trabajo realizado en el Banco Central de Reserva del Perú.
Para Cortez los procesos de cambios y reformas requiere recursos financieros adicionales que son necesarios para “el gran salto” invirtiendo en sistemas de información, infraestructura y equipos en nuevos establecimientos de atención primaria, capacitación del personal, y adopción de sistemas de verificación externa y pagos por resultados. “Un liderazgo de alto nivel del poder ejecutivo y del congreso y actores claves del sistema de salud será condición necesaria para el iniciar el camino que todos deseamos para asegurar más salud con equidad.”
El costo de la inestabilidad
Para los tres especialistas, la inestabilidad política y social que atraviesa el país ha sido un factor de retroceso en las correctas gestiones del sector salud. Para Barrenechea, al mantener un “modelo de gestión centralista”, el proceso de reforma en salud quedó inconcluso, a pesar de haber sido iniciado hace más de veinte años. Asimismo, Higuchi menciona que esta situación ha creado factores que han golpeado la seguridad alimentaria, la compra fallida de fertilizantes o la escasa preparación ante los desastres naturales. Finalmente, para Cortez, la inestabilidad ha generado que ingresen personas sin la preparación necesaria en puestos clave, y que la expectativa de corte permanencia en los cargos de la alta dirección, ocasione que las decisiones de mandos medios que ejecutan presupuestos se aleguen más de lo necesario, afectando cualquier planificación y acción para enfrentar, de manera articulada, emergencias.
El sector salud ha sido uno de los grandes relegados por el crecimiento que nuestra economía ha presentado. Esto, a pesar de su demostrada importancia en el desarrollo de nuestra sociedad. Ahora, ante un fenómeno de El Niño inminente, el reto del fortalecimiento de este sector recae principalmente en la decisión y el interés de las autoridades por encaminarlo hacia la preparación y el enfoque en resultados. Solo así, se podrán evitar nuevamente la pérdida de valiosas vidas peruanas.