En un tiempo de constante cambio, uno de los retos más importantes para las empresas es considerar entornos laborales más diversos. Para Verónica Vargas Soto, docente de Liderazgo de la Universidad del Pacífico y miembro de Lidera UP, adoptar esta medida es necesaria “si se busca innovar y estar abiertos a nuevas maneras de trabajar en contextos de incertidumbre, como los que estamos viviendo”, precisó.
Optar por la diversidad en los ambientes de trabajo representa un ejercicio de liderazgo que genera progreso, enriquece y nos pone de cara al futuro y al presente, según la profesora. Incluso, agrega Vargas, las empresas más diversas podrían tener mayor rentabilidad o rendimiento. Sin embargo, también puede resultar difícil. Entonces ¿cómo enfrentar este escenario en favor de la organización? Una forma de hacerlo es reconociendo las características distintas de los grupos de trabajo diversos.
Aprender de las diferencias
Una diferencia de fácil notoriedad es la personalidad, que puede reconocerse en cómo los trabajadores expresan sus ideas. Vargas menciona que están quienes “piensan hacia afuera”, que son las primeras en expresar sus ideas, y también aquellos que “piensan o recargan energía hacia adentro”, que demoran un poco más en dar sus opiniones. En perspectiva de la docente, ninguna de estas diferencias puede calificarse como buena o mala, sino como características de la personalidad.
Un segundo punto que distingue a las personas es la forma en que recogen la información de su entorno: habrá quienes se interesen por observar el detalle, mientras que otros se concentrarán en información más amplia o abstracta. Para Vargas, esto puede verse mejor en el escenario de la presentación de un proyecto. Algunos harán preguntas sobre datos específicos, como el presupuesto, y trabajadores con perspectiva distinta buscarán saber sobre situaciones más hipotéticas o posibilidades a futuro.
Asimismo, debemos considerar la manera en que los trabajadores toman decisiones, ya que la información sobre la cual se basa cada persona puede ser muy distinta. Unos colaboradores priorizarán los datos objetivos, como las actividades y procesos, mientras que los demás recurrirán a datos más subjetivos.
En los espacios laborales, también es importante analizar cómo piensa y se organiza un trabajador. Tener una lista de pendientes, información ordenada, o fechas límite puede darle tranquilidad a quienes mantengan una planificación. Del otro lado, se encuentran los que tienden a hacer un trabajo más iterativo y recursivo; es decir, pasan a otra actividad antes de terminar la que están haciendo. En opinión de Vargas, si bien este colaborador puede parecer más caótico, no necesariamente implica que tenga un menor desempeño, sino más bien una manera distinta de hacer las cosas.
Una dimensión que marca la diferencia entre las personas que conforman una empresa es su cultura. A consideración de la docente, temas como el lenguaje, los horarios, los modales o rutinas propias de cada integrante no son temas menores y pueden traer grandes complejidades, por lo que vale la pena ponerlos sobre la mesa.
La clave para trabajar con éxito en un entorno diverso es no dejarse llevar por los prejuicios. Por el contrario, puntualiza Vargas, debemos refutarlos y tener “más empatía con el otro para entender e identificar sus fortalezas, así como para iniciar algunas conversaciones”, concluyó. Construir vínculos permitirá desempeñarnos mejor y ayudar al desarrollo de la compañía.