​La crisis económica y sanitaria por el COVID-19 ha generado un impacto negativo en millones de peruanos. En este contexto, se han intensificado los eventos —denominados choques adversos—que generan cambios sustanciales en los niveles de bienestar en los hogares. Algunos de ellos son la enfermedad o pérdida de empleo de algún miembro del hogar, quiebra del negocio familiar, eventos o desastres naturales, hechos delictivos, abandono del jefe de hogar, entre otros.

 

¿Cómo han enfrentado estas situaciones los peruanos durante la pandemia y a lo largo de los años?, ¿qué tipo de población es más vulnerable a esos eventos?  El Observatorio de Políticas Públicas de la Escuela de Gestión Publica de la Universidad del Pacífico elaboró el informe "Shocks que impactan en los hogares del Perú" (incluir link), donde hace un análisis sobre esta realidad, presentando información relevante histórica y actual.

 

En ese sentido, basándose en la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO), reportó que el 31 % y 34 % peruanos sufrió choques adversos en el área urbana y rural, respectivamente, durante el primer año de pandemia. En líneas generales, impactó en el 31 % ciudadanos a lo largo y ancho del país. Cabe resaltar que los habitantes de las ciudades fueron los más perjudicados, pues la proporción afectada pasó de 20 % en el 2019 a 31 % en el 2020.

 

Los desastres naturales son históricamente el principal choque adverso que afecta a los hogares del ámbito rural y esto no cambió en el 2020, pues el 59 % de la población los sufrió. En cambio, en el ámbito urbano, el mayor impacto corresponde a la pérdida de empleo, que desde el 24 % en el 2019 pasó a impactar al 43 % de peruanos urbanos entre el 2019 y el 2020. Es necesario anotar que la causa de enfermedad o accidente grave de un miembro del hogar disminuyó en las zonas urbanas de un 34 % a un 23 % en el 2020.

 

Tanto para el área rural como urbana, la proporción de personas para las cuales los shocks significaron una disminución de ingresos o pérdida de bienes/patrimonio ha ido aumentando desde el 2018. La peor parte recayó en el sector rural, donde dicha proporción alcanzó a un 98 % de hogares en el 2020.

 

La población peruana no se ha quedado de brazos cruzados ante los choques adversos. Desde el 2017, en zonas urbanas y rurales, el 97 % de ciudadanos ha ejecutado alguna acción para solucionar sus problemas. Usar los ahorros para ese fin ha sido una de las salidas principales: el 34 % a nivel nacional los empleó en el 2020; es decir, 1 de cada 3 peruanos. En esa línea, si durante el 2012-2019 entre el 10 % y 15 % de la población rural usó sus ahorros para contrarrestar estos impactos, a raíz de la pandemia esta cifra aumentó a 18 %. En tanto, en las zonas urbanas se evidenció un cambio más drástico: de 20 % a 40 % en el periodo 2012-2020.  

 

¿Cuántas familias pudieron realmente solucionar sus problemas por los choques adversos? Se puede notar que desde el 2015, tanto para el área rural como para la urbana, la proporción de personas que obtuvieron resultados positivos ha descendido. En el 2020, las cifras cayeron abruptamente por la pandemia: 13 % en áreas urbanas y 9 % en el ámbito rural. Cabe resaltar que el punto más alto de personas que lograron resolver sus conflictos en el área urbana fue de 27 % (2014) mientras que a nivel rural fue de 15 % (2015), cifras históricamente altas, pero insuficientes.

 

A lo largo de los años, el Estado ha brindado un apoyo constante a las familias peruanas en contextos de crisis. El área rural ha recibido más respaldo que el urbano entre el periodo 2010-2019; sin embargo, en el año de inicio de la pandemia hubo un cambio notable.

 

En el 2020, el 12 % de la población que vive en zonas urbanas recibieron un mayor apoyo del Gobierno, un aumento significativo si lo comparamos con el 2019, año en el que solo asistió a un 2 % de peruanos. En tanto, el apoyo del Gobierno para la zona rural incrementó su cobertura de 4 % a 7 %.

 

La data presentada permite conocer la situación actual que enfrentan los hogares en el país y la vulnerabilidad ante choques externos. A partir de ello, se pueden establecer determinadas acciones para contrarrestar las consecuencias de estos eventos en el futuro o ante situaciones parecidas.