Las concepciones y las prácticas de
nuestras organizaciones y sociedades se modifican continuamente. Se trata de un
proceso de adaptación al nuevo entorno que emerge. En el caso de las empresas
privadas se ha pasado de una concepción de búsqueda exclusiva de máxima
ganancia a otra de máximo cuidado social y ambiental. La siguiente frase resume
la preocupación: “No hay organizaciones sanas en sociedades enfermas”.
La sociedad es un sistema que alberga
muchos sub sistemas y elementos que se encuentran conectados entre sí. La
conexión es un intercambio de energía que se genera en el interior del sistema
o fuera del mismo y circula en la organización y en el sistema del que es
parte. Lo que ocurre en uno de estos afecta al resto.
De la frase citada anteriormente surgen
tres preguntas: ¿Qué es una organización sana? ¿Qué es una sociedad enferma? ¿Puede
una organización sana contribuir a la transformación de una sociedad enferma? Veamos
primero la concepción de organización sana.
Distinguiré tres figuras geométricas para
describir el manejo empresarial: pirámide, rombo y círculo. Para analizarlas
voy a abordar los siguientes aspectos: Contexto Mundial; Propósito y estatuto;
Conocimiento, estrategia y decisión; Consciencia e impactos; Comunicación;
Valores; Sentido de la energía social; Resultados.
¿Cuál era el
contexto mundial antes de 1990? Después de la Segunda Guerra Mundial se
estableció una concentración de fuerzas y energía de tal manera que dieron
origen a la formación de dos bloques en tensión y enfrentados en varios niveles
y dimensiones: Estados Unidos y la Unión Soviética. Esta bipolaridad se
distinguió por diferentes procesos que concurrieron paralelamente: una carrera armamentista y la “conquista del espacio”; una preocupación por
el desarrollo tecnológico y el incremento de la productividad; una conectividad circunscrita o limitada a ciertos territorios; empresas y gobiernos
del hemisferio norte interesados en acciones filantrópicas destinadas a buscar
el alineamiento social con relación a cada uno de los bloques constituidos:
acción filantrópica o ayuda exterior para los países del hemisferio sur.
Este es el contexto en el que
se despliegan las empresas piramidales, cuyo interés más importante es la
máxima utilidad. Para lograrlo no hay un cuidado con la relación a los
colaboradores; ni con el medio ambiente; existe una concentración del
conocimiento en la parte más alta de la pirámide; no hay consciencia de
impactos; la comunicación es
fragmentada; y los valores que se aprecian tienen que ver con la lealtad hacia la
alta gerencia.
La forma piramidal de gestión
y manejo empresarial es el que ha tendido a influir en el crecimiento rápido de
la contaminación ambiental, en el cambio climático y en el calentamiento global que se vive hoy;
así mismo, en el mantenimiento de la pobreza y en la expansión de la
desigualdad.
Hacia 1990 se diluye la bipolaridad
internacional. La perestroika y la caída del muro de Berlín expresan esta
redefinición. Las organizaciones de consumidores adquieren mayor peso.
Igualmente, crecen las preocupaciones de empresas internacionales para trabajar
en favor del cuidado ambiental y social, y surgen entidades para promover las
prácticas de responsabilidad social. Se gestan condiciones para la
transformación del modelo piramidal: avance tecnológico capaz de ser utilizado
por una porción mayor de los integrantes de las sociedades; facilidad de la
conectividad; y un compromiso mayor de consumidores que asumen una ética de
consumo responsable.
Se empiezan a configurar las empresas rombo. Modifican
la dinámica del manejo empresarial. Se tiende a redefinir el propósito
incorporando la perspectiva de responsabilidad social (no filantropía), aunque
ocupa un lugar subordinado. En este sentido, en términos de lealtad,
aparece una relativa mayor preocupación hacia el propósito de la empresa. Se
amplifica la capacitación hacia los colaboradores, aunque nos es igual para todos. Se procura
disminuir el peso de la informalidad a través de la contratación de proveedores
que se estructuren formalmente, por ejemplo. El sentido de la energía social
disminuye su verticalidad y emerge una dinámica circular, pero muy débil.
El resultado de la práctica de las
empresas rombo es el siguiente genera un nuevo contexto que se puede
caracterizar por lo siguiente: manejo parcial del patrón de contaminación; comunicación
predominantemente vertical; espacios para la escucha de los grupos de interés
frágiles o débiles; intento de manejo de la conflictividad social mostrando el
interés de la empresa en responsabilidad social; ampliación de la preocupación por contratar
con empresas formales; búsqueda de una mayor cohesión e integración con la sociedad, pero fragmentada e incongruente;
subordinación de la colaboración frente
a la competencia en la jerarquía de valores; conocimiento
ligeramente compartido con el resto de la organización; decisiones estratégicas consultadas sólo con el más
alto segmento gerencial; consciencia inicial de impactos; compromiso ambivalente con la
estrategia de responsabilidad social; comunicación potencialmente multidimensional,
multisectorial, multiestamental, aunque realmente limitada; cambio climático y amenaza de la vida; expansión del paradigma de responsabilidad
como una propuesta incongruente; consciencia de dificultades para aplicar el
paradigma vigente de responsabilidad social; emergencia de una generación
empresarial que busca mayor congruencia.
En este nuevo contexto surge la empresa circular (empresa B). Redefine el
sentido de empresa. Su propósito es resolver un problema
social y ambiental desde la lógica del mercado; inscribe su propósito y sus
valores en los estatutos de la empresa. Las utilidades se orientan a la
reinversión para hacer cumplir el propósito, y luego las distribuyen entre sus accionistas. El
nuevo conocimiento se amplía y es compartido con toda la organización. La decisión
estratégica es consultada a todas las instancias de la empresa. Se configura
una cultura organizacional de lealtad al propósito de la empresa. Se capacita integralmente a todos los estamentos
y colaboradores. En la jerarquía de valores la colaboración predomina frente a
la competencia.
El resultado esperado de una dinámica en
ese sentido es la modificación y reducción del patrón de contaminación; un diálogo constante con los
colaboradores y otros grupos de interés; una energía social de cohesión e integración
con la sociedad; multiplicación de prácticas de colaboración y alianza con
otras organizaciones para cumplir propósitos. Se configura un Sistema B de
funcionamiento.
Veamos ahora qué se entiende por sociedad
enferma. Es la que presenta las siguientes características: desigualdad y pobreza
dominantes; cultura general incongruente; informalidad en los vínculos; emergencia
continua de conflictos sociales; actividad productiva depredadora y
contaminadora; democracia inexistente o parcial; derechos humanos violentados
continuamente. En otro plano es la que experimenta una tensión entre formalidad
e informalidad en los vínculos; en la que predomina una cultura individualista enfrentada
a una cultura de cooperación y colaboración; aquella en la que la se da una
disociación entre competitividad y colaboración y adaptabilidad.
Para que se pueda dar
lo mencionado en el párrafo anterior se requiere modificar los paradigmas de
éxito; crear una consciencia de sistema; cambiar el patrón de vínculos internos
y externos en las organizaciones y empresas; combinar intereses privados e
intereses públicos (las empresas privadas crean bienes públicos); transitar de
la mera competencia a la colaboración y competencia; generar condiciones para
la asociación.
La multiplicación de
empresas B y la conformación de sistemas de empresas B modifican el patrón de
reproducción del sistema general en beneficio de todos los integrantes de la
sociedad
No
es una cita textual. Una frase parecida se puede encontrar en Drucker,1987,
Management: Tasks, Responsibilities, Practices, Nueva York, Harper
Business.