El 15 de noviembre de 2013,
durante la Semana del Emprendimiento organizada por Emprende UP en la
Universidad del Pacífico, tuve el lujo de moderar las presentaciones de tres
jóvenes empresarios: Irene Hofmeijer fundadora de L.O.O.P, empresa dedicada al
diseño y comercialización de productos ecoamigables, Isabel Medem, fundadora de
X-Runner, empresa dedicada a la instalación y mantenimiento de baños secos y,
Rafael Díaz, Director del Pez en La Luna, empresa que ofrece talleres de
expresión artística a empresas y familias .
¿Qué hace que la experiencia emprendedora
de estos tres jóvenes-ninguno pasa la frontera de los treinta años- sea tan
especial? Más allá de las coincidencias
biográficas, lo que los distingue de otros empresarios es el motivo que los
impulsó a emprender. El objetivo primario de sus emprendimientos es resolver un
problema social y ambiental -o ambos-, la generación de valor social como fin último. La
misión de L.O.O.P, es concientizar a la población acerca de la contaminación
plástica y promover un consumo responsable de este material en el Perú. La
razón de ser de X-Runner es llevar un sistema de saneamiento seguro y de
confianza a los hogares peruanos que no cuentan con un baño. Por último, lo que
inspira al Pez en La Luna es ser cuidadores de la creatividad y la imaginación
para generar salud y bienestar.
Entonces, dirán algunos, ¿por qué
llamarlos empresarios? ¿Por qué no catalogar sus iniciativas dentro del tercer
sector? Frente a estas cuestiones aparece un rasgo compartido por estos tres
emprendimientos: Si bien su razón de ser es crear valor social, la generación
de valor económico es también relevante para ellos. Los empresarios sociales
conciben al mercado como el aliado natural para financiar sus operaciones y por
ello, operan siguiendo su lógica: ofrecen productos y servicios atractivos que
conecten con las expectativas y necesidades de sus clientes. De hecho, además
de solucionar un problema social, los empresarios sociales buscan independencia
financiera, cubrir sus costos, ser rentables y que sus negocios sean escalables.
Lo más interesante de estos
“empresarios alternativos” es que son una muestra del ocaso de la tradicional
dicotomía que separaba la función pública de la privada. Este declive surge a partir
de la reflexión en torno a la sostenibilidad, entendida como el balance entre la
creación de valor económico, el social y el ambiental. De ese modo, las ONG se preocupan por acercarse al mercado y ser autosostenibles- es imposible
seguir operando sólo con recursos de donaciones o fondos públicos- y, las
empresas, que aspiran a crear valor para sus accionistas, entienden que para
hacerlo es necesario compartir el valor creado con la sociedad en la que operan.
Los emprendimientos a los que
denominamos empresas sociales operan con
diferentes dinámicas que conectan a la empresa social, los beneficiarios
(público objetivo del fin social o ambiental) y el mercado para lograr crear
valor económico y valor social. Esas dinámicas conforman un modelo operativo.
En una investigación que concluirá en diciembre hemos logrado identificar hasta
seis modelos operativos en las empresas sociales que operan en Lima.
Creemos positivo incentivar el
surgimiento y la escala de las empresas sociales en nuestro país y por ello,
consideramos muy valioso el aporte que Emprende UP, a través del VI Concurso de
Emprendimientos Sociales UP “Promoviendo la Innovación Social” el buscar
fomentar la implementación de soluciones creativas e innovadoras a problemas
sociales, brindando acceso a fondos, a una amplia red de contactos y la
exposición y difusión en medios contribuyendo de esta manera a fortalecer el ecosistema emprendedor.